Fer Molina, coordinador ImproLANDS España y miembro de ImproImpar
Durante el pasado año 2024, dentro del proyecto ImproLANDS, estuvimos llevando a cabo talleres de improvisación en diversas localidades y municipios de Segovia y Ávila. El objetivo era conocer de cerca la realidad de estas comunidades y generar dinámicas que ayuden a mejorar su situación actual. En estos talleres buscamos crear espacios de diálogo gracias a las herramientas que las técnicas de improvisación teatral aportan en la comunicación, el trabajo en equipo y la aceptación.
Las herramientas de la impro
Tratamos de lograr que las personas participantes en los talleres se pudieran sentir, en primer lugar, cómodas y seguras y, con ello, crear un espacio de trabajo en el que pudieran expresarse libremente y contar lo que les sucede y lo que les preocupa. Así, compartieron sus ideas y situaciones que tienen que ver con el pueblo, con los habitantes, con las necesidades que ellos ven. A través de las herramientas teatrales, pudieron ponerlas de manifiesto y presentarlas de una manera relajada, lúdica y abierta.
La impro nos ayuda a quitar de enmedio el juicio que habitualmente todos tenemos, que nos limita al expresarnos. Hablamos tanto del propio juicio, como del de los demás sobre nuestras ideas. Con esto promovemos un espacio en el que los participantes se sienten impulsados y alentados a proponer ideas y a trabajar con las ideas de los demás.
Construyendo una espacio abierto para compartir
Abrir este espacio sirvió para que las personas que viven en el pueblo, los vecinos y vecinas, compartieran espacio con las autoridades locales del municipio: alcaldes, alcaldesas y miembros de sus equipos de gobierno, y puso a todos en el mismo nivel y trabajando como grupo. Este enfoque igualitario fomentó una dinámica grupal en la que surgieron propuestas para mejorar el entorno, revivir tradiciones, ganar una identidad de pueblo y proyectar un futuro compartido. La reflexión conjunta permitió identificar lo valioso del pasado, lo que se ha perdido y cómo evolucionar como comunidad.
El trabajo planteado y probado en los talleres en los pueblos de Segovia también se ha trasladado, en este proyecto internacional, a los talleres que hemos realizado en las residencias en otros países, tanto en Italia como en Rumanía. Nos sorprendió descubrir que las dinámicas han funcionado de la misma manera. Comunidades muy distantes, independientemente del contexto cultural, reaccionan de la misma manera. Estos talleres les permiten abrirse y compartir sus necesidades, sueños y vivencias.
Activando las comunidades
En muchas de las comunidades se nos ha manifestado que estas actividades les activan. Gente que está desconectada de la vida del pueblo viviendo de puertas para dentro de su casa, encontraron en estas actividades una interesante propuesta que les permitía, además de realizar actividades novedosas, conectar con el resto de vecinos y vecinas, darles nuevas energías y ponerles en una posición para afrontar con mayor valentía y sentirse parte de un equipo. Otra respuesta que recibimos fue gratitud por dar la posibilidad de haber compartido momentos significativos con personas que antes consideraban distantes.
De romper el hielo a la reflexión comunitaria
La estructura que usamos en los talleres podríamos desglosarla en tres fases: romper el hielo con juegos, recreaciones a través de la impro y reflexiones finales.
Para romper el hielo, realizamos ejercicios como presentarnos con nuestro nombre y luego añadir una palabra que empiece por la misma letra acompañada de un gesto que represente esa palabra. Siendo este ejercicio muy sencillo, servía para superar el miedo inicial a exponerse. Era dar un paso al frente, permitiendo a los participantes arriesgarse a poner su propuesta delante de los demás y confirmar que están en un entorno sin juicio. Así descubren que es un juego, que cualquier palabra vale y también su manera de representarla con un gesto. Este segundo paso les expone aún más, porque implica todo su cuerpo, pero también confirma que cada persona puede hacer propuestas distintas, desde su cuerpo y serán aceptadas sin juicio, y ninguna es mejor que otra. Y con esto hemos movilizado tanto voz como cuerpo, con los que podemos expresarnos libremente.
Progresivamente, las dinámicas nos llevan a expresarnos más en grande, con gestos más alocados. Se realizan ejercicios en pareja contándonos historias, de manipulación corporal, de escucha donde seguir la mirada del otro o, para fomentar la aceptación, planteando órdenes absurdas entre uno y otro. A través del juego se confirma que no pasa nada, se aceptan las ideas propuestas por nuestro compañero.
Generalmente, hacia el final de la sesión proponemos ejercicios que tienen que ver con la composición escénica. Se hacen pequeños cuadros estáticos basados en un idea de fotografía planteando escenas: como si fuera una playa o un crucero. Salen todos los participantes a proponer elementos que puede haber en ese cuadro. Posteriormente se le da algo de acción, y de una manera dirigida descubren cómo esa historia puede ir avanzando. Después se buscan escenas más concretas y cercanas relacionadas con el pueblo: sus fiestas, las tradiciones del pasado y cómo se imaginan el futuro si viajaran en el tiempo.
Estas actividades invitaban a la reflexión final, pero al haber sido presentadas de una manera que había sido participativa y divertida, se generaba un espacio para aportar sobre cómo era el pasado y proyectar ideas de cómo podría ser el futuro.
El cierre es la reflexión final. Es un tiempo para parar, escucharse y charlar. Ahí salen un montón de ideas, de propuestas y reflexiones sobre lo visto y realizado. Lo principal que sale es una idea común de colaboración. Generalmente, se dan cuenta que tienen a sus vecinos y vecinas para apoyarse y construir juntos. Existen comunidades con su población más unida y otras que no tanto. En ocasiones, algunos participantes se dan cuenta que, hasta esta actividad, no habían conversado con algunos otros de los participantes, no se conocían. Descubrimos casos de gente que había ido a vivir al pueblo y durante años se han sentido forasteros y con actividades así se sentían más parte del pueblo.
Estos talleres lograron transformar la percepción de los participantes sobre sus comunidades, fortaleciendo la identidad local y el sentido de colaboración. En definitiva, ImproLANDS está demostrandocómo las técnicas de improvisación pueden ser una herramienta poderosa para fomentar el diálogo, la creatividad y la cohesión social.