Fer Molina nos hace una crónica de la experiencia durante la residencia artística en Rumania, organizada por SHOSHIN, dentro del proyecto ImproLANDS
La residencia de Rumanía ha estado especialmente centrada en la colaboración y en el contacto con las comunidades. Nos esperábamos, según lo que habíamos sabido a través de los artistas que venían de allí, que las comunidades fueran algo cerradas y que les costara participar. La convocatoria de los talleres que se habían realizado antes de la residencia por el equipo local habían ido decreciendo en participación. Con lo cual teníamos la sensación de que más allá de una falta de interés, hubiera una dificultad en traspasar la barrera para llegar hasta esa gente.
Sin embargo, lo que nos encontramos al llegar a Rumanía fue una comunidad muy acogedora, con muchas ganas de de conocernos y de que nos sintieramos bien acogidos. Cuando pensábamos que la gente que vive allí nos miraría preguntándose ¿qué hace esta gente aquí? nos sorprendieron con ¿Cómo os encontráis aquí? Querían saber qué tal estábamos y querían que estuviéramos bien desde el principio. Nos trataron muy bien desde la gente que nos acogió en Sânncraiu, el pueblo en el que estábamos residiendo, hasta el pueblo en el que estuvimos trabajando, Bicălatu. Este último es pueblo muy pequeñito del que es originaria Perl, una de las participantes del equipo de Rumanía.
En los talleres que organizamos, no sabíamos cuanta gente iba a venir y, aunque vinieron pocas personas informadas y algunas otras tampoco tenían claro a qué venían, su predisposición nos permitió tener interesante hallazgos. Conseguimos romper las barreras idiomáticas, haciendo y proponiendo ejercicios directamente con la acción y con el movimiento, con muy pocas palabras, tratando de utilizar la menor cantidad de traducción posible. Funcionó muy bien y los participantes estaban muy agradecidos.
Trabajamos algunos ejercicios de improvisación, juegos y dinámicas que nos permitieron llevarles a crear pequeñas escenas, desde imágenes, fotografías que tenían que ver con su manera de vivir, sus formas de reunión y otras costumbres. Al final hubo un tiempo de reflexión, en el que nos comentaron lo importante que era crear ese espacio para encontrarse, para hacer cosas juntos y lo valioso que es para ellos como comunidad
Otro evento interesante tuvimos la participación de dos músicos muy populares. Uno de ellos es un violinista, gypsy, de fama internacional. A través de ellos descubrimos la música tradicional y vinieron a enseñarnos bailes populares húngaros. Curiosamente, una de las personas que venían a enseñarnos era el veterinario de la zona, alguien reputado, pero que también es buen bailarín y mejor profesor de baile. Este evento congregó a mucha gente del pueblo y pudimos disfrutar allí bailando todos con la música en directo. Luego pudimos charlar con la gente, que tenía muchas ganas de compartir, incluso teniendo problemas idiomáticos, intentaban hablar algo de inglés o se buscaba a alguien que nos tradujera y así poder tener pequeñas conversaciones.
El evento final se planteó como un tiempo de compartir con la comunidad. Se convocó a la gente a las diez de la mañana. Todo el mundo traía comida (nosotros también) para compartir y se cocinó en la calle. Vinieron los chicos, unos niños que están estudiando música a través del párroco del del pueblo (que es un poco el agitador cultural de la zona y montamos allí una pequeña banda de música dentro del espacio que teníamos de la Casa de Cultura. Se hicieron talleres con los niños y con los que estaban allí a lo largo del día. Luego comimos todos juntos allí en una mesa muy grande. Tuvimos momentos para compartir y al final se hizo como un círculo grande de sillas. En el centro llevamos a cabo algunas imágenes que tenían que ver con el pasado, el presente y el futuro. Aquello dió lugar a un tiempo de reflexión, en el que nos estuvieron compartiendo y hablando de sus experiencias y las necesidades que encuentran como comunidad, como pueblo. También nos trasladaron que una actividad así debería ocurrir todas las semanas. Debería haber este tipo de actividades culturales que les congreguen así. Que les hagan encontrarse y hacer cosas con nuestros vecinos y vecinas. También nos hablaron de sus necesidades, ya más logísticas, como que necesitamos que haya una carretera nueva en el pueblo.
El cierre de la Residencia de Rumanía ha sido un momento emocionalmente muy intenso, ya que cierra el ciclo de residencias, el tiempo que tenemos para compartir los artistas en persona antes del evento final que se realizará en Grecia. Aún queda mucho trabajo por hacer, pero habrá mucho trabajo por videoconferencia. Esta residencia ha sido el final del proceso de creación y apertura y el principio de recopilar todo lo aprendido.