Ernesto Zuazo nos hace una crónica de la experiencia durante la residencia artística en Italia, dentro del proyecto ImproLANDS
Este junio, luego de múltiples reuniones en línea con el equipo artístico de las distintas organizaciones del consorcio ImproLANDS, llegaba el momento de encontrarnos finalmente en persona. Habían sido varios meses preparando las residencias, tocaba hacer la maleta, cargar los materiales, la ropa adecuada para cada momento y partir hacia Italia, a nuestra primera experiencia en este gran proyecto europeo.
Fer y yo nos pusimos en marcha con la sonrisa puesta. Estuvimos todo el viaje intercambiando opiniones e impresiones de nuestros compañeros a los que solo conocíamos por videoconferencia. Sumamos más de 40 años de experiencia entre los dos y estábamos haciendo algo nuevo.
Cuando nos encontramos con el equipo italiano de Accademia 56, los organizadores en esta ocasión, hubo muchos abrazos y sonrisas. Tocaba esperar al equipo griego de Smouth tomando un tercer café y los primeros bollos (realismos tramesinos) en una animada charla, con mucha camaredería. Cuando llegaron estos, más abrazos y conversaciones cruzadas en inglés, italiano y español italianizado. Ya reunidos todos, fuimos a comer y no podía ser más italiana la cuestión: pizza y un partido de la selección italiana de fútbol (cuatro veces campeona del mundo) en pantalla gigante.
En la primera mañana de trabajo, en nuestra base en Camporotondo si fiastrone, tuvimos el tiempo para conocernos trabajando todos los artistas, con muchas expectativas de intercambiar lenguajes y técnicas. Fue un día largo, trabajando mañana y tarde, poniendo en común nuestro lenguaje de la improvisación.
En los dos días intensos de trabajo siguientes el equipo español aportamos nuestro trabajo de teatro sensorial y de view points. Con el primero intentamos encontrar la poética que aportar a nuestras creaciones, y a través del segundo, nos equipamos de herramientas que nos permitan conectar con la población con la que trabajamos. Fueron días arduos de trabajo duro e intenso y, en cada almuerzo, interesantes conversaciones sobre cómo usaríamos todo este material. Teníamos en mente que elementos podrían aportar al show final que estamos construyendo, donde reflejaremos las experiencias de los artistas internacionales.
En paralelo al trabajo artístico, estuvimos conociendo las poblaciones y sus problemáticas, fueron cinco pueblos en total que habían sido afectados por los terremotos. Visitamos las zonas con las casas de emergencia para las víctimas del terremoto. Alí hablamos con la población, buscando entender su problemática. A cada paso encontrábamos motivo para hacer una entrevista para el documental que se está realizando dentro del proyecto. El equipo de filmacion del documental es como nuestra sombra.
Tuvimos visitas a la fábrica de las clásicas cafeteras Simmoneli, donde vimos a los trabajadores en su ámbito de trabajo, adentrándonos en el riguroso mecanismo de una empresa que emplea a gran parte de los pueblos circundantes.
Destacaría una noche en donde compartimos y vimos músicos en vivo, en un pueblo diminuto en la montaña, improvisando canciones alegres.
El trabajo del equipo de dirección del proyecto (o boring team, como le llamamos los artistas) fue excelente, aprovechando estas visitas para dar presencia al proyecto, agendando reuniones con ayuntamientos, empresas y otras organizaciones, que se sumaron a apoyar el proyecto. Junto a ellos, y al equipo audiovisual, éramos un ejército creativo, cuya energía crecía a cada paso en los pueblos.
También fue muy interesante el día que realizamos un taller con los voluntarios y pobladores, donde pudimos conocer a la gente más de cerca, y ofrecerles nuestras herramientas artísticas. Había tantos participantes que tuvimos que realizar dos veces el taller en el bellísimo Teatro Municipal de Calderola. El entusiasmo fue creciendo a medida que avanzaban las horas, y lo que arrancó siendo un puñado de desconocidos se convirtió en una tropa de empoderamiento teatrista que estaba de acuerdo con salir a realizar acciones publicitarias en forma de performance improvisadas la mañana del show final para atraer más público al teatro.
Así se hizo, llegó el día. Está claro que no todo fue color de rosas. Hubo nervios, pasión, y discusiones en el equipo de artistas. Pero en el show final, la magia del teatro y de la impro, parecía que los compañeros nos conocíamos hace años.
Esa noche tuvimos el teatro lleno. Nunca olvidaré los ojos de los voluntarios, convertidos en actores, brillar en el escenario. La participación del público presente, actuando, aportando. Había alcaldes en primera fila haciendo de peces en un cardumen entre el público. El humor a flor de piel. Los palcos realizando escenas donde representamos el pasado y el presente de sus pueblos y miramos el futuro en la obra.
Al terminar la función, en el brindis y picoteo organizado en el bar del teatro, encontramos una profunda reflexión y empoderamiento de los pobladores. Muchos abrazos. Bañados en sudor aún de la faena sentimos que nos recibían como guerreros que empequeñecen a la comunidad del anillo con sus elfos enanos hobbits y humanos. Solo que nuestras armas no son espadas ni flechas son nuestro arte, organización y empatia. Empezamos un puñado y nos convertimos en ejército de amor.